Jaraneros que surcan el código de las calles.
Lava de ojos nocturnos que visten y castigan la lírica de muros huérfanos.
Desafían arquitecturas con latidos urgentes; se inmolan; cosen hilvanes clandestinos y huyen con el sol.
Reclaman, escupen, reivindican, sueñan, recuerdan y no perdonan.